Espacio en el que se conjunta lo biológico y lo cultural de las sociedades humanas

“Cada 4 de octubre nuestra comunidad conmemora otro año transcurrido de la misma forma como celebramos las fiestas tradicionales”

Fotos: IIA.

Este 4 de octubre, el Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA), nuestro Instituto, cumplió 50 años. Medio siglo de vida, un tiempo en el cual la memoria plasmada en informes de los directores y en un excelente archivo histórico, así como en los recuerdos, permiten aproximarnos a hechos y sucesos relevantes.

El IIA tuvo su origen en la Sección de Antropología del Instituto de Investigaciones Históricas (1963), bajo la dirección del doctor Juan Comas; ese espacio albergó a connotados antropólogos como Pedro Bosch Gimpera, Paul Kirchhoff, Mauricio Swadesh, Eduardo Noguera y el prehistoriador Luis Aveleyra. Pronto creció la planta académica que destacó por sus novedosas investigaciones y sus resultados plasmados en libros o en artículos de nuestra revista Anales de Antropología, fundada por Juan Comas en 1964 y que hoy sigue siendo emblema editorial del Instituto.

La Sección tuvo todo lo requerido para convertirse en Instituto el 4 de octubre de 1973. Su primer director fue el doctor Jaime Litvak King, y su espacio la Torre I de Humanidades. Como Instituto, quedó adscrito al Subsistema de Humanidades de la Coordinación de Humanidades de la UNAM. Más tarde el IIA ocupó el antiguo Instituto de Geología y un poco después, en 1984, se instaló en el edificio construido exprofeso para la comunidad antropológica en el Circuito Exterior de Ciudad Universitaria frente a la Facultad de Ciencias y a un costado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.

Cumplimos cincuenta años, y en este lapso la dirección ha sido ocupada por Jaime Litvak King (1973-1985), Mari Carmen Serra Puche (1985-1991), Lourdes Arizpe Schlosser (1991-1994), Luis Alberto Vargas Guadarrama (1994-1998), Linda Manzanilla Naim (1998- 2002), Mari Carmen Serra Puche (2002-2004), Carlos Serrano Sánchez (2004-2012), Cristina Oehmichen Bazán (2012-2016), Rafael Pérez- Taylor y Aldrete (2016-2020) y Ana Bella Pérez Castro (2020-2024).

Todas estas gestiones han enfrentado diferentes retos para afianzar el objetivo del IIA: llevar a cabo la investigación integral e interdisciplinaria de gran nivel conjuntando el estudio biológico y cultural de las sociedades humanas en el pasado y el presente.

Así, el IIA se conformó en función de cuatro especialidades: la Antropología física, la Arqueología, la Antropología social, etnología y etnohistoria y la Lingüística antropológica; y, a la par, también de gran relevancia ha sido la creación de laboratorios para apoyar e impulsar la investigación en las disciplinas antropológicas.

Las líneas de investigación iniciales se han fortalecido, y algunas han tomado otros derroteros en función de nuevas problemáticas sociales y de nuevos paradigmas. Las primeras líneas de indagación se centraron en la evolución, la sociolingüística, la formación del Estado, la integración indígena, los cambios sociales; en torno a los estudios de cerámica, a los estudios de crecimiento y nutrición, y en la discusión sobre Mesoamérica. En el devenir de estos cincuenta años se fueron integrando otras líneas de investigación sobre osteología, genética, paleoambiente, subsistencia prehispánica, materialidad, resignificaciones culturales, estudios históricos, educación, identidad, análisis etnográfico, diversidad lingüística, lingüística histórica, historia de la antropología, estudios de género, patrimonio cultural, antropología molecular, fitolitos, nuevas ruralidades, la importancia de los pueblos originarios, su arte y sus tradiciones culturales.

Cabe decir que la investigación y acción antropológicas también juegan un papel importante en la promoción del resguardo del patrimonio cultural tangible e intangible. A nivel geográfico, la investigación –otrora centrada en el sur de México, la costa del Golfo, Oaxaca y centro del país– se ha expandido al norte y al occidente de México, e incluso ha rebasado las fronteras nacionales para indagar los orígenes del hombre en la lejana Guinea Ecuatorial, en África.

El Instituto goza de una larga tradición en la organización de seminarios permanentes. Desde 1991 surge el seminario de Antropología de Género con un tema de gran relevancia para la vida universitaria. El seminario de Etnografía de la cuenca de México, con la mitad de edad que la del Instituto, celebra su 25 aniversario, y así con el más reciente Entornos y narrativas digitales en la academia sumamos 21 seminarios permanentes activos.

Nuestras publicaciones se han convertido en lecturas obligadas en el ámbito de la antropología y de las ciencias sociales. Destaco Cuerpo humano e ideología (1980) de Alfredo López Austin, un libro que refleja preocupaciones compartidas en función del cuerpo, la ideología y la cosmovisión; y Antología de estudios de etnolingüística y sociolingüística (1974) editado por Yolanda Lastra.

Otras obras recientes muestran la complejidad étnica y organizativa de zonas culturales como Teotihuacan, Palenque, Tlaxcala, San Lorenzo Tenochtitlan, además de abordar problemáticas humanas como la contaminación, el impacto de la Covid en las poblaciones rurales, la situación de las infancias, la alimentación, las migraciones pasadas y presentes, la importancia del turismo, las gramáticas y diccionarios de las lenguas originarias, la identidad, el patrimonio, entre muchas otras.

Para apoyar la investigación, en los años ochenta y noventa se crearon los campamentos de investigación y un laboratorio móvil. Además, se incrementó la compra de libros y se integraron importantes archivos, como el de Sevilla en su sección México. Para difundir el conocimiento emanado de las investigaciones, se consolidó el Departamento de Publicaciones y se empezó a celebrar, en 2006, la Feria del Libro Antropológico que este año tuvo su decimoquinta edición.

Otro espacio académico en el que la producción del conocimiento antropológico se ha difundido a lo largo de estos años, además de las reuniones especializadas nacionales e internacionales, es el Congreso Interno, organizado por el Colegio de Personal Académico del IIA desde 1973.

Con el paso del tiempo fueron abriéndose nuevos espacios icónicos destinados a la reflexión antropológica, tal es el caso de los cuatro coloquios que ostentan el nombre de los fundadores de la Antropología en la UNAM: Juan Comas, Paul Kirchhoff, Mauricio Swadesh y Pedro Bosch Gimpera.

Por otro lado, la Biblioteca Juan Comas, con una historia casi tan larga como la del IIA, se creó cuando todavía éramos una sección del Instituto de Investigaciones Históricas. En la actualidad su acervo antropológico es el más importante en América Latina.

Los laboratorios han tenido también cambios significativos; pasaron de los seis que originalmente había a los 13 que hoy apoyan tanto investigaciones internas como proyectos nacionales e internacionales. Dado el tipo de trabajo que se hace en estos espacios, la innovación y actualización tecnológicas, desde la década de 1980, ha marcado la pauta para adquirir novedosos instrumentos de análisis especializado.

Los años de historia de nuestro Instituto recuerdan, por ejemplo, el experimento emprendido por Santiago Genovés y la balsa Acali con el fin de poner a prueba sus teorías sobre la violencia y la conducta humana (1973). Hoy, pasados los años, se realiza investigación arqueológica marítima como una forma de resignificar momentos importantes de la historia de México.

Así, por tierra, aire y mar se hace antropología. A la par que se camina y convive con poblaciones diversas, se indaga asimismo en archivos para la producción del conocimiento antropológico. Unas y otras formas de hacer investigación van de la mano con un compromiso social que responde a necesidades como la defensa de los patrimonios tangibles e intangibles, o con brindar resultados que contribuyan a la memoria histórica que nos da identidad y sentido de pertenencia como sujetos sociales.

Este compromiso se extiende también a apoyar y hacer visibles a las poblaciones afectadas por catástrofes como los sismos y las pandemias, pero sobre todo desenmascara intereses particulares y políticas públicas que buscan despojar de sus bienes y patrimonios a las comunidades indígenas.

Sin duda, en este lapso, los tiempos cambiaron y las necesidades también. En un primer momento, en 1979, surgió como necesidad para difundir el conocimiento antropológico el Museo Universitario Antropológico y, en este siglo, abrió sus puertas la Librería Barbro Dalhgren.

No sobra decir que la planta académica del IIA ha sido reconocida a través de un sinnúmero de premios, homenajes y emeritazgos. De forma inevitable, en este largo tiempo hemos dicho adiós a grandes colegas que dejaron un gran legado, pero también hemos dado la bienvenida a nuevos investigadores a través del Sistema de Incorporación de Jóvenes Académicos y de los programas de posdoctorado.

En cuanto a docencia, los académicos del IIA han impartido de manera regular cursos especializados en todas las áreas antropológicas en la Escuela Nacional de Antropología e Historia y el Posgrado de Antropología de nuestra Universidad. Hace unos años fuimos actores en la creación de la licenciatura de Antropología de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, sin duda es un reflejo de la importancia de las ciencias antropológicas en la sociedad.

Estos cincuenta años del IIA se constatan desde distintos ángulos. La tecnología, por ejemplo, es un importante indicador que, con sus ritmos de cambio veloz, ha marcado importantes ciclos. Por ello, cada directivo ha tenido que ir fortaleciendo y actualizando los entornos de trabajo. Así pues, de máquinas de escribir cambiamos a computadoras, de mapas en papel se pasó a los formatos digitales, de los discos blandos nos mudamos a los CD y luego a los USB para llegar al almacenamiento en la nube y a una dinámica digital inminente. En ese sentido, en la última década, una constante ha sido el planteamiento de mejoras a los servicios de conectividad y telecomunicaciones.

Otra prioridad ha sido generar condiciones propicias para afrontar la integración de nuevos servicios de las TIC. Los requerimientos a los que nos condujo el aislamiento provocado por la pandemia de la Covid-19 nos forzó a desenvolvernos en la vida virtual con nuevas plataformas y formatos como las videoconferencias, primero como un canal emergente de comunicación a distancia y, después, asumiendo estos recursos como poderosos medios de difusión que rebasan fronteras.

Cincuenta años cumplimos y cada 4 de octubre nuestra comunidad antropológica conmemora otro año transcurrido de la misma forma como celebramos nuestras fiestas tradicionales, convencidos de que hacemos comunidad en la vida académica y social.

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