Ética de la tecnología, un campo nuevo de trabajo para filósofos

Diálogo entre Juan Antonio Cruz Parcero, Julieta Lomelí Balver y Armando González Torres

Para los profesionales de la filosofía hay “vida” más allá de la academia, éstos podrían dedicarse a la divulgación de esa área de estudio, o ser escritores, asesores de políticos, colaborar con empresas de tecnología, en particular en Estados Unidos laboran en el tema de ética de la tecnología, un campo nuevo que requiere su trabajo, señalaron los expertos Juan Antonio Cruz Parcero, Julieta Lomelí Balver y Armando González Torres, en el conversatorio La filosofía al Ágora, organizado por el Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIFs).

Juan Antonio Cruz Parcero, director del IIFs, indicó que un filósofo profesional puede trabajar en la UNAM investigando y escribiendo. Por ejemplo, ésa es una parte del quehacer de un especialista en el área; sin embargo, como muchas otras, esta carrera de las humanidades debe preparar a los estudiantes para tener un pensamiento crítico, agudo sobre lo que acontece en el mundo, en su sociedad y en su entorno. “Cuando se cursa una carrera como esta, se tiene la preparación para tener esa agudeza, de mirar críticamente el acontecer”.

Alguien que critica lo que sucede a su alrededor, que ve más allá de lo que los demás perciben, que cuestiona y desarrolla otras habilidades importantes como saber expresarse, argumentar, escribir –una preparación de los humanistas y de los filósofos en particular–, tiene diversas formas de acceder a distintos mercados laborales, no sólo al académico en todos sus niveles, sino que podría asesorar a políticos y empresarios, insertarse al medio editorial, por ejemplo.

Recalcó que un filósofo crítico, puede insertarse donde se requiere una personalidad como esa, “aunque no en todos lados quieren gente con esa cualidad, pero sí en muchas partes se demandan personas con esa capacidad crítica, misma que debe ir acompañada de habilidades que aportan un plus a los egresados de la licenciatura de Filosofía: capaces de desempeñar distintas funciones, pero obviamente se debe desarrollar no sólo el conocimiento filosófico, también las habilidades críticas y argumentativa, cuestionar su entorno”.

Pero si se egresa educado para repetir ideas de algunos filósofos, ello sólo sirve para impartir clases, “porque entendida la filosofía así, no sirve de mucho”, apuntó.

Julieta Lomelí, académica del IIFs, comentó que muchos filósofos se desempeñan en el ámbito de la estrategia política; es decir, trabajan con políticos, “escriben discursos y comunicados. En Estados Unidos, por ejemplo, estos profesionales trabajan en empresas que desarrollan tecnología, donde está en boga el tema de la ética de la tecnología, campo en que se requieren filósofos”.

Otra área diferente al campo académico sería la de escritor, también se puede ser guionista, crítico de arte y literato, además de la bioética, una línea importante para la filosofía. “Ésas serían algunas de las posibilidades profesionales, además de impartir clases en alguna universidad”.

Comentó que en la Grecia Antigua, no había división de disciplinas, los físicos eran filósofos, Hipócrates era filósofo, por ejemplo, “nosotros hemos roto ese pensamiento que debería ir de manera conjunta o interdisciplinaria, sobre todo para resolver problemas”.

Consideró que para los filósofos hay mucho trabajo, como contribuir con la Agenda 20-30 para el Desarrollo Sostenible, hacer propuestas para combatir el rezago educativo en los países en desarrollo, combatir la violencia, pensar en alternativas sociales más sostenibles, donde se pueda evadir o lograr superar un poco el “apocalipsis”, entre otros.

En tanto que para el ensayista y escritor, Armando González, “a quienes cursamos alguna licenciatura del área de las humanidades, nuestros padres nos preguntaron de qué íbamos a vivir, y creo que en los últimos decenios se ha consolidado el espacio natural de muchos filósofos que es la academia, el cual tiene un valor intrínseco, donde se genera conocimiento especializado”.

El problema es que ése es un espacio restringido para el conjunto de egresados de Filosofía, aunque la academia es, de cualquier manera, el destino natural, aunque no el único. Otro rumbo recurrente es el de ser consejero de políticos, el cual no siempre ha sido venturoso; desde Platón en Siracusa, hasta Emilio Uranga en México, muchas veces han surgido decepciones o frustraciones en este intento del filósofo de modular las decisiones del poder, pero es un camino lícito.

“De repente existen nuevas ramas del conocimiento en la industria de las comunicaciones que requieren de una asesoría crítica en el sentido intelectual para la toma de decisiones, también en el área de la Biotecnología donde sería importante que hubiera asesoramiento filosófico en torno al impacto de determinadas decisiones”, apuntó el escritor.

Otro terreno promisorio es la divulgación filosófica, muchos escritores han hecho de esta área un campo rentable, “desde Alain de Botton, Lou Marinoff, hasta todos estos escritores en lengua española, ése es también un campo en el que alguien que sabe pensar y expresar ese pensamiento tiene muchos espacios abiertos, en los lugares más insospechados. Yo, que soy escritor, he trabajado toda la vida en dependencias económicas, trabajo en un banco central. Es cuestión de ubicar nuestras competencias en lugares donde puedan ser valoradas”, finalizó.

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