La academia no debe ser cómplice de la mercantilización de la vida: Ana María de Veintimilla

En Ecuador llevan más de 30 años vinculando a los líderes y lideresas y actores del territorio, junto con académicos, activistas y colectivos urbanos

No se puede usar a la naturaleza para explotarla, violarla y despojarla.
Es un momento de grave crisis global, tenemos los ecosistemas amenazados absolutamente. “Hemos visto, después de la pandemia, que el ser humano no es el centro del mundo. Ya no puede usar la naturaleza para su beneficio mercantil, para explotarla, violarla y despojarla. Somos uno con ella”, señala Ana María de Veintimilla, integrante del Instituto de Ecologistas del Tercer Mundo en Ecuador.

Hemos oído las voces desde abajo, afirma en entrevista con Gaceta UNAM. “Las voces de los pueblos, las redes de las mujeres que hablan de la Pachamama, como la madre que hay que proteger, que hay que cuidar”.

Desde esa perspectiva, acota, “que es otra mirada de la relación con lo vivo y lo no vivo; con la naturaleza, los seres, el agua, las montañas, la tierra, es que nosotros apoyamos y acompañamos procesos de defensa de los territorios que están siendo gravemente criminalizados en nuestra región, en toda América Latina y El Caribe”. En este marco de las ciencias sociales, la académica precisa, “nos parece urgente acompañar con más fuerza esos procesos que se están dando en los territorios, en las calles, en las urbes, en los barrios populares, en los sectores campesinos, de las mujeres, los niños, las niñas y los pueblos originarios. Que la academia no sea cómplice de toda esta mercantilización de la vida, sino que realmente se acompañen procesos de resistencia que están tejiendo el futuro de la vida en el planeta”.

La 9ª Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales (Clacso) realizada en la UNAM, donde participó, fue importante, aclara, “porque nosotros, como centro miembro, hemos propuesto incluir con más fuerza en los estatutos la defensa de los pueblos y los derechos de la naturaleza”.

En Ecuador llevan más de 30 años de formación, dice, “en territorios donde hemos tratado de vincular a los líderes y lideresas, y actores del territorio, junto con académicos, activistas, colectivos urbanos. Hemos tratado de crear esos espacios de encuentro e intercambio con varios colectivos del Ecuador, con el movimiento indígena que para nosotros es un referente de lucha por las demandas para los derechos de todos y todas. Creemos que esos espacios tienen que fortalecerse”.

Advierte que Clacso “debe ser un impulsor de un pensamiento crítico. Un poco lo que llamamos oír y establecer diálogos con los actores y actoras en el territorio donde se está realmente tejiendo la resistencia, las insurgencias. En Clacso 2022 vimos en los grupos de trabajo, en los encuentros, gente de América Latina, de América Central, que ha venido de diferentes territorios a demandar, por ejemplo, la cantidad de personas asesinadas por defender la naturaleza; las redes de mujeres, por otro lado, que te dan esperanza, que están tejiendo otras formas de vida posible, desde otras perspectivas, otros modos de concebir en los cuidados. Yo creo que esas sinergias entre las diferentes luchas son importantísimas”.

La académica ecuatoriana piensa que la desigualdad después de la pandemia está creciendo. “Los gobiernos en la pandemia aprovecharon para hacer toques de queda, estados de excepción, medidas muy represivas y opresivas de la lucha social. Ahora tenemos que volver a acompañar y alimentar, estar presentes en esas luchas sociales desde donde estamos, y demandar una sociedad justa; demandar la justicia ecológica, social, política y de género”.

La brecha se va agrandando y Ana María de Veintimilla se cuestiona: “¿qué estamos haciendo las ciencias sociales, las humanidades, frente a esto? No podemos hacer acuerdos con las empresas trasnacionales que están explotando nuestros territorios, ni hablar de una transición energética cuando ésta depende de explotar minería y más petróleo. No podemos hablar de un cambio de matriz cuando los gobiernos se están llenando la boca con nuevos negocios del capitalismo. Tiene que parar porque la vida y la naturaleza están en juego”.

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