La Universidad donó 226 libros al Reclusorio Norte

Un recital de música, la charla sobre el Diccionario de las emociones y una obra de teatro, entre las actividades

Foto: cortesía Víctor Fonseca.

Música clásica, palabras para entender nuestras emociones y tres actores de la Caravana de las Humanidades que esparcieron su risa se escucharon entre las 480 personas privadas de su libertad en el auditorio del Reclusorio Norte.

Minutos antes del recital de música, Sulem Hernández Marquecho, estudiante de la Facultad de Música, cuenta que está nerviosa. Respira varias veces, toma aire y en cuanto el telón se levanta recibe aplausos y gritos de alegría. Cierra los ojos y toca su guitarra.

Sulem dice que su preparación mental tomó un proceso diferente al habitual: “El lugar y el ambiente me eran completamente desconocidos, y los nervios que sentí también. Mientras avanzaba tocando el repertorio que preparé para la presentación sentí la aceptación del público, cada vez que terminaba de tocar una pieza aplaudían más, y hasta recuerdo escuchar silbidos de alegría”.

—¿Qué te llevas de este recital, de este público?

—Más allá de lo recreativo, es volver a la humanización estimulando la sensibilidad a través del arte.

La Caravana de las Humanidades y las Ciencias de la UNAM extendió su recorrido hasta el Sistema Penitenciario de Ciudad de México. Autoridades del Reclusorio Preventivo Varonil Norte abrieron las puertas de la institución y recibieron a la embajada de actores, músicos, investigadores y 226 libros editados por el Programa Editorial de la Coordinación de Humanidades que formarán parte del acervo bibliotecario del penal.

La Caravana de las Humanidades y las Ciencias es un proyecto de la Dirección General de Divulgación de las Humanidades en colaboración con la Secretaría de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación (Sectei) del gobierno de Ciudad de México.

En representación de esta entidad gubernativa, paralelo a las actividades del auditorio, el profesor Antonio Cruz impartió, en uno de los pasillos del penal, un taller de cartonería y alebrijes.

Antonio Cruz, egresado de la Escuela Nacional de Trabajo Social, se llevó la grata sorpresa de que ellos ya están consolidados, “en el sentido de que como tal existe un gremio de artesanos, así se autodenominan. Ellos se reconocen, hay compañerismo, hay esa empatía”.

Agregó, en entrevista con Gaceta UNAM, que le gustó que puedan ver la vida de otro modo. “Lamentablemente ahora están en una situación en la que tienen que cumplir con una sentencia. Y más allá de llevar una vida que los encamine a su destrucción, o incluso a que se metan en más problemas –la vida en los reclusorios es muy dura, muy difícil–, que se den cuenta que si te lo propones puedes tener una vida diferente, y ver la vida desde las artes, el deporte, la educación, y así salir adelante”.

Por su parte, Sofía Olmos, prestadora de servicios profesionales del Programa Institucional de Tutoría de la Facultad de Psicología de la UNAM, presentó el Diccionario de las emociones. Indicó que las emociones forman parte de nuestro día a día, y es de especial atención el manejo de ellas en un ambiente tan confrontante como el del Reclusorio. “Estar privado de tu libertad conlleva a experimentar diferentes estados de ánimo, sobre todo aquellos que nos provocan algún malestar; por ejemplo, sentir tristeza por alejarse de la familia, por estar aislados o sentir enojo por alguna injusticia. También deben lidiar con situaciones que, según su comportamiento, pueden tener consecuencias o beneficios. De tal forma que es sumamente importante proporcionarles recursos informativos sobre las emociones y su manejo. Una adecuada regulación de éstas les brinda herramientas para hacer frente a su situación, comprender lo que están sintiendo, y comunicarlo de una forma adecuada favorecerá y repercutirá positivamente en sus relaciones personales, salud e incluso aprendizaje”.

En tanto, Rebeca Bonilla, productora de la Compañía Telescopio Teatro, afirmó que notaron una buena reacción. “En algunos momentos pensamos que sería un público difícil, pero recibieron la obra con mucho cariño y agradecimiento desde que nos vieron llegar, y esto les dio confianza a los actores. Verlos receptivos y dispuestos a participar fue muy gratificante. Ni hablar de las risas que para nosotros lo dijeron todo”. Los actores de la obra Estás viendo y no ves fueron Baruch Su, Laura Aragón y Zaid Rolva, la cual fue dirigida por Renato Gómez Herrera.

Al final de la presentación, una de las personas privadas de su libertad se levantó de su asiento y pidió que se entonara un goya. Los gritos de agradecimiento resonaron en el auditorio.

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