Los universitarios, factores de cambio y transformación social

Lo recibieron 228 alumnos de diferentes carreras y 136 académicos que los orientaron


Por las acciones realizadas durante el servicio social, encaminadas a atender las necesidades de la población y contribuir a mejorar sus condiciones de vida, la UNAM entregó el Premio al Servicio Social Dr. Gustavo Baz Prada 2019 a 228 jóvenes de diferentes carreras, así como a 136 académicos que los orientaron.

“Los universitarios han sido siempre factores de cambio y transformación social. Lo han sido con la práctica de sus respectivas profesiones, de su conocimiento, de proponer opciones a los problemas nacionales y el servicio es una etapa de profundización de los conocimientos adquiridos aplicándolos a la solución de situaciones concretas, como un medio de servir a la sociedad y una formidable manera de vincular a la Universidad con las comunidades”, aseguró Leonardo Lomelí Vanegas, secretario general de la UNAM.

Recordó que este progama surgió en los años 30 del siglo pasado, cuando había un distanciamiento entre la Universidad y los gobiernos posrevolucionarios, y surgió la libertad de cátedra e investigación.

El entonces rector, Gustavo Baz Prada, tuvo la visión de crear una estrategia para retribuir a la sociedad el apoyo que da y un instrumento para vincular a los estudiantes con los problemas nacionales en un territorio multicultural que enfrenta realidades contrastantes y problemas sociales complejos.

Germán Álvarez Díaz de León, director general de Orientación y Atención Educativa, mencionó que en los últimos cuatro años se registraron más de 23 mil programas de servicio social autorizados por cuerpos académicos colegiados y 107 mil alumnos cumplieron con este servicio, representando a 54 entidades académicas y administrativas de esta casa de estudios.

Jazmín Tapia y Ana Cristina Ramírez.

“Aunque estamos haciendo bien nuestra tarea en el servicio social, nuevas condiciones y retos nos obligan a evaluar constantemente lo que hacemos, para quién lo hacemos, cómo lo hacemos y el efecto social que tenemos”, destacó Díaz de León ante estudiantes y familiares reunidos en la ceremonia, realizada en el Auditorio Raoul Fournier Villada de la Facultad de Medicina.

Carlo Enrique del Corral Ferrera, de la carrera de Ingeniería Industrial de la Facultad de Ingeniería, dijo que la presea se entrega a alumnos que tuvieron una labor destacada e hicieron durante su servicio social más cosas de las que les implicaba su deber.

“Como ganadores de la presea, tenemos la capacidad, la responsabilidad, las respuestas a los problemas que enfrentamos como país. Lo único que necesitamos es la pasión, el compromiso y la entrega para seguir haciendo la diferencia. La razón por la que estamos aquí es para cambiar nuestro mundo y el de la gente que nos rodea, para bien”, reflexionó.

Estefanía Sánchez Zúñiga, de la carrera de Arquitectura del Paisaje de la Facultad de Arquitectura, agradeció a la sociedad el privilegio que da a los universitarios para contar con una educación gratuita.

“El servicio social es una actividad de aprendizaje recíproco, donde hay un intercambio de experiencias y conocimientos, que dejó de ser un requisito de titulación y se convirtió en un proyecto de vida y en una pasión.”

La ceremonia se efectuó en el Auditorio Raoul Fournier Villada de la Facultad de Medicina. Fotos: cortesía Facultad de Medicina.

Asistieron también Germán Fajardo Dolci, director de la Facultad de Medicina; Patricia Helena Báez Gutiérrez, nieta del doctor Gustavo Baz Prada; los coordinadores del Consejo Académico Demetrio Fabián García Noceti, del área de Ciencias Físico Matemáticas y de las Ingenierías; Fernando Rafael Castañeda Sabido, de Ciencias Sociales; Adalberto Enrique Santana Hernández, de Humanidades y Artes; María Elena Trujillo Herrera, de Ciencias Biológicas Químicas y de la Salud, y Ada Avendaño Enciso, coordinadora del Servicio Social y Práctica Profesional Supervisada de la Facultad de Arquitectura.

Por su labor en promover la cultura mexicana en Canadá, así como ayudar a los afectados por el sismo de 2017, las jóvenes Ana Cristina Ramírez Ramírez (de origen otomí) y Jazmín Tapia Rivera (de origen mazateco) recibieron el galardón.

Beneficiarias del Sistema de Becas para Pueblos Indígenas y Afrodescendientes del Programa Universitario de Estudios de la Diversidad Cultural y la Interculturalidad (PUIC), ambas enfatizaron que el servicio social les permitió retribuir a la sociedad parte de lo que les ha dado, además de mostrar el orgullo de ser descendientes de pueblos originarios.

En el caso de Ana Cristina, nacida en Querétaro y quien estudió en la Facultad de Música, realizó su servicio social en la Sede UNAM-Canadá (Escuela de Extensión Universitaria), donde no sólo impulsó el desarrollo del departamento de música, sino que además dirigió un coro México-canadiense, exposiciones, festivales de música, danza y el Primer Encuentro Coral a una Voz, donde intervinieron grupos de ambas naciones.

“El PUIC siempre me ha impulsado a mostrar lo que es México, no sólo con problemas sino también lo que somos en origen; llevar allá lo que son nuestras tradiciones fue lo más rico todo el tiempo”, comentó Ana Cristina.

Por otra parte, tras el sismo de 2017, Jazmín (de madre mazateca y padre mixteco), estudiante de Ingeniería Civil en la Facultad de Ingeniería, participó en la revisión estructural de inmuebles por aproximadamente ocho meses, y realizó un programa ejecutable para el Colegio de Ingenieros Civiles y la Sociedad Mexicana de Ingeniería Estructural, en el cual recabó la información de las brigadas de inspección, elaboró un mapa de riesgos y la ubicación de zonas con daños en la ciudad.

“Estuve mucho tiempo con las brigadas y muchas de esas experiencias me sirvieron para mi tesis, igualmente enfocada en la revisión estructural, pero de planteles educativos, pues también colaboré con el Instituto Nacional de la Infraestructura Física Educativa y la Facultad de Arquitectura en la revisión de escuelas en Ciudad de México”, detalló.

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