Necesario, reconstruir el tejido social comunitario

Tras la pandemia, se deben configurar mejores escenarios.
Parte de los conflictos que se viven en el mundo tienen que ver con una erosión del tejido social, que se debe a múltiples problemáticas económicas, sociales y culturales, las cuales obligan a revisar no sólo la política de los Estados nacionales y la cooperación internacional en la materia, sino el papel de la sociedad civil, las instituciones y las organizaciones, afirmó Leonardo Lomelí Vanegas, secretario general de la UNAM.

De ahí la importancia de que la academia genere reflexión en torno a la reconstrucción del tejido social y la cultura de paz, y que se recupere la riqueza de la propia Universidad mediante un diálogo interdisciplinario en torno a los desafíos del mundo contemporáneo, agregó.

Felicitó la iniciativa del Consejo Académico del Área de las Ciencias Sociales de organizar –junto con los Comités académicos de carrera– el Seminario Permanente de las Ciencias Sociales 2023. Reflexiones del Mundo Contemporáneo: Reconstrucción del Tejido Social y la Cultura de Paz, e hizo votos por el éxito de esta actividad académica.

En la inauguración del evento, Leticia Cano Soriano, coordinadora del Consejo, señaló que en realidades sociales como la de México, el tejido social comunitario ha sido lastimado; se vive su ruptura, por lo que es fundamental repararlo, reconstruirlo y armonizarlo con el bienestar individual y colectivo.

El escenario social que priva no tiene los mejores alicientes o resultados en materia de bienestar. “Ese rompimiento está enmarcado en dimensiones diversas como la desigualdad, la pobreza y las violencias, que en esta época tan dura, de pandemia, se han exacerbado”.

Los datos oficiales dan cuenta de que la violencia psicológica es la que presenta la mayor prevalencia; por ello, aclaró, iniciamos el Seminario con el tema de salud mental comunitaria, fundamental para la sociedad, las familias y los grupos en situación de alta vulnerabilidad social.

El impacto de la pandemia y los escenarios que hoy vivimos, reiteró Cano, revelan nuevas y complejas problemáticas que han debilitado el tejido social comunitario y la paz que todas las comunidades merecen tener para vivir en armonía, en ámbitos de colaboración colectiva, donde se puedan construir proyectos de vida conjuntos y que ello implique fortalecer a la ciudadanía en la toma de decisiones.

La emergencia sanitaria ha traído consecuencias en la salud mental, miedos, pérdidas de familiares, sufrimiento, aislamiento; generó cambios emocionales y afectivos. Por ello, era de suma relevancia dedicar este Seminario a discutir, analizar, proponer y configurar mejores escenarios, reiteró Cano Soriano.

En la conferencia magistral Salud mental comunitaria, María Elena Medina-Mora Icaza, directora de la Facultad de Psicología (FP), recalcó que la enfermedad mental no se limita a trastornos graves; el malestar puede manifestarse en un continuo, puede prevenirse y es un asunto de todos.

Durante la pandemia, se registró una sobremortalidad (43 por ciento más muertes de las esperadas en 2020, y 47 por ciento en 2021); y las enfermedades mentales y suicidio que comenzaron con un 9.64 por ciento en 2020, subieron a 13.42, en 2021.

Entre las secuelas de la pandemia, se encuentra el llamado Covid prolongado, relacionado con padecimientos crónicos (como problemas respiratorios), y que en el caso de las enfermedades mentales incluye pérdidas cognitivas, detalló la experta.

Estudios señalan que, independientemente si las personas fueron hospitalizadas e intubadas, o no, tienen dichas pérdidas, de diferente nivel de gravedad y continúan después de un año. En algunos casos, sobre todo en personas internadas, se presentaron síntomas graves de psicosis o delirios, mientras que en sus familias se incrementaron los niveles de ansiedad, depresión y estrés postraumático.

Medina-Mora recordó que ocho de cada 10 personas que murieron por la emergencia sanitaria tenían desventaja económica y carencia de servicios, además de menos escolaridad. La crisis económica produjo una reducción del crecimiento que se había logrado y, de acuerdo con un estudio realizado a principios de la pandemia en la Facultad de Medicina, de marzo a junio de 2020 entre estudiantes que solicitaron ayuda de emergencia, 67.4 por ciento de quienes tenían problemas económicos en la familia también tenía uso problemático del alcohol, contra 32.6 de quienes no tenían dificultades económicas. También aumentó el riesgo de ideación suicida e intento de suicidio.

La intervención en la comunidad es fundamental y su meta debe ser promover el bienestar, que es la percepción de sentirse bien acerca de uno mismo, mantener relaciones enriquecedoras y sentir que se puede desempeñar un papel productivo y relevante, al tiempo que se es capaz de hacer frente a los elementos estresantes de la vida.

En colaboración con la Dirección General de Atención a la Comunidad, en la FP se desarrolló una plataforma tecnológica que permitió llegar a una gran cantidad de personas. Tan sólo en la UNAM fueron 38,769 las que recibieron atención con estos cuidados, refirió.

En tanto que el programa Héroes Universitarios logra capacitar a personas para brindar consejería breve y dar apoyo a la comunidad. “La pandemia nos enseñó mucho en relación con los determinantes sociales que podemos y debemos trabajar, y se encontraron mecanismos que permitieron reducir la carga asociada”, finalizó.

También podría gustarte