Ok, está bien…, una comedia sobre la inmadurez

La ópera prima de Gabriela Ivette Sandoval, egresada de la ENAC, compite por el Premio Mezcal en la edición XXXV del Festival Internacional de Cine de Guadalajara

La trigésima quinta edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara (20-27 de noviembre) incluyó en su competencia mexicana la película Ok, está bien… (2020), ópera prima de la realizadora Gabriela Ivette Sandoval, egresada del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) –ahora Escuela Nacional de Artes Cinematográficas–. La cinta es descrita por su creadora como una comedia negra sobre “las batallas imaginarias” que inventamos para “no enfrentarnos a lo que deberíamos”.

El protagonista de Ok, está bien… es un hombre llamado Mariano (Roberto Andrade), quién está por cumplir 30 años y hace seis que terminó sus estudios como guionista, sin embargo, pasa la mayor parte de su tiempo viendo películas y no ha escrito un solo guión en su vida, a pesar de las insistencias de su madre (Gabriela de Corzo).

Su día a día –“tengo que ver mínimo 3 películas diarias”– se transforma radicalmente cuando uno de sus primos, el quinceañero Ramiro (Ángel Alvarado), llega a la Ciudad de México con intenciones de estudiar la preparatoria y compartir cuarto con Mariano. Conmocionado por el cambio y la invasión de su perezosa rutina, Mariano deberá enfrentarse a la inmadurez con que conduce su existencia.

“Este guión lo escribí cuando tenía 29 años, estaba a punto de cumplir 30. Justo como el protagonista. Entonces Gaby y yo éramos novios, ella me apoyó mucho durante la escritura. Lo terminé y gané un premio del IMCINE de apoyo a escritura y se publicó en una colección de Conaculta”, recuerda Roberto Andrade en entrevista sobre el origen de la historia y agrega:

“Se quedó en un cajón por muchos años. Gaby estudió cine, terminó la carrera y me dijo “¿qué onda con Ok, está bien…? Dámela para hacerla”. Le dije que no, que la tenía pensada para mi ópera prima… Un año después Gaby empezó a ganar premios, juntó el dinero y me dijo ‘voy a comprar unos zapatos, todo lo demás es para hacer Ok, está bien… Dámela’. No pude decir que no. La mejor decisión que pude tomar fue decirle que sí, a pesar de que ya no andábamos”.

Sandoval afirma que su insistencia por filmar el guión se debió a que la historia de la película “está relacionada con el tipo de cine que a mi me gusta ver como espectadora. Yo quería que se hiciera, sentí que podía respetar la parte del guión. Era bastante sólido, lo podías leer a diferencia de otros guiones, que no son un material de lectura. Lo leía, me divertía mucho y para mi era necesario que viera la luz”.

“Es cine de personajes, diálogos, historia con cierta profundidad”, complementa la cineasta, estas características en el libreto surgieron gracias al amor, explica Andrade, que le profesa “el cine independiente de los 90, amo a Woody Allen, Todd Solondz, el cine numble core de los hermanos Duplass. Cosas donde el diálogo toma mucha importancia, obviamente Tarantino, Aaron Sorkin, ahí donde el guión es fundamental, eso a mi me apasiona muchísimo”.

La película es un retrato de un hombre inmaduro que está intentando evadir sus responsabilidades: “estudié guión y quiero ser guionista, debería sentarme a escribir una película. Es como el primer paso, esa parte es su primera tarea. Estar bloqueado en eso e inventar batallas imaginarias, ‘tengo que ver tantas películas, tengo que leer tanto’, antes de ponerse a hacer las cosas, es el tema más importante de la película”, subraya la becaria del programa Jóvenes Creadores del FONCA.

“Una de las cosas que a mi me encantan de la historia es que son dos niños interactuando, tanto Ramiro como Mariano. Y uno de esos niños se siente intimidado por la presencia del otro, resulta que es el mayor. Si no sales a la calle, no interactúas, es complicado que te conviertas en un hombre. De repente, nos encerramos en la casa a jugar videojuegos o ver películas, escuchando acetatos. Ese tipo de cuestiones. Mariano, a lo mejor en el 2009, no era tan común, pero ahora estamos llenos de Marianos”, afirma Andrade.

Los creadores del largometraje desean que su trabajo sirviera como una especie de puente entre el cine mexicano y sus espectadores, dos facciones que parecen coincidir en pocas ocasiones.”Tenemos un cine dividido, por un lado están las películas festivaleras y del otro el cine mainstream, el que deja dinero. Eso me parece una tontería. Deberíamos tener un punto medio en el que todos somos parte de lo mismo. En verdad, está dividido de maneras un tanto violentas. No pasa eso con el cine de Estados Unidos, no pasa con los españoles que ahorita están pegando cabrón. Los coreanos tampoco, ve Parásitos, han encontrado la manera de hacer un cine de gran calidad y que no abandona al espectador”.

“Pasa mucho con los directores es que no hay la suficiente humildad, todos quieren reescribir el guión que se encuentran. Y más importante que saber escribir, es saber leer los guiones. Si tienes esa virtud puedes trabajar más que cuando no sabes interpretar el trabajo que está en el papel. Muchas veces por ego y vanidad, tener que decir “yo me quiero sentir en la película” y tiene que haber algo personal, se prioriza el ego y ver quién está detrás de la cámara, en ciertas películas es contraproducente”, comenta Gabriela Ivette Sandoval.

“Es responsabilidad de las voces que hacen cine. Es caro, no todos en el país tienen el privilegio de estudiar o asistir a una escuela de cine. Muchas veces las voces que están dentro de la escena tienen ciertos privilegios y es muy difícil que ellos vean la realidad del país para que la audiencia mexicana se sienta realmente reflejada, que tengan algo que los conecte. Deberíamos poner el foco en otras voces que puedan sortear eso y que el público pueda acercarse al cine”, concluye la realizadora.

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