Rain Dance: la magia de los objetos

La pieza del colectivo checo Handa Gote se presentó en el Museo del Chopo

Foto: Museo del Chopo.

La Revolución de Terciopelo disolvió Checoslovaquia en 1993. Dieciséis años después se estrenó Rain Dance, una obra que cambiaría el ritmo de la puesta en escena de la República Checa. El fin de semana pasado se presentó en el Museo Universitario del Chopo, gracias a la colaboración de la iniciativa Perform CZECH.

La pieza, una comedia negra del colectivo independiente Handa Gote, ha sido reconocida por su frescura en la narrativa artística checa posterior al final de la Guerra Fría. Dice Tomás Procházka, creador del concepto, que Rain Dance “puede parecer un poco grotesca porque lleva las cosas al límite”. Y cuando se refiere a las cosas no sólo habla de objetos obsoletos que absorbieron el humor de la historia y perdieron el centro de la atención; también a los hechos, a los logos de las marcas comerciales y los desechos de la tecnología. Sucede justo cuando los checos –y miles de europeos– se resisten a creer en la oferta del mundo de la globalidad.

Si la contracultura aún conserva significado en la era digital, puede hallarse una renovación en Rain Dance: “Comenzamos trabajando con computadoras viejas. La gente decía que estábamos haciendo teatro de tecnología. Entonces nos dimos a la tarea de hacer obras sin computadoras y lo hicimos con otros objetos. Logramos dar vida a un montaje análogo con tecnologías de los años 60 y 70”.

Pero tampoco lograron convencer a la crítica, que opinaba que no se interesaban por “los problemas actuales”. La arqueología de medios, como dicen en Handa Gote, estaba por salir al escenario.

En esa reflexión estaban dentro del colectivo independiente, cuando sucedió una epifanía. Escucharon la letra de una canción de un famoso grupo punk checo que decía, en una cercana traducción al español: el mundo se ha cagado a sí mismo. “Decidimos hablar desde allí”, recuerda Procházka. El espectáculo es una manera de salvar al planeta como se pueda.

En 1968, la Primavera de Praga se convirtió en un aliento por la libertad de la vieja Checoslovaquia en esperanza. Artistas, intelectuales y deportistas participaron de manera activa en los convulsos contra la represión soviética. El arte, entonces como ahora, desempeñó un papel protagónico en la protesta y en la respuesta al reparto del planeta entre Este y Oeste. Lleno de significantes, el mundo dejó de tener significado entre la política y la ideología.

El artista Jan Kalivoda se unió al colectivo cinco años después del estreno. “Quedé maravillado con la escena y me pregunté si podría sumarme al proyecto. Y se me hizo”. Kalivoda aportó sus ideas y cambió el relato de la pieza. “Tenemos una estructura de trabajo basada en la libertad. Nos dimos cuenta que el mundo seguía viviendo los mismos problemas”. Lo interesante de Rain Dance es que sus protagonistas quieren expresar sus actitudes ante los dilemas sociales, sin saber cómo hacerlo. Precisa Procházka: estamos seguros que todo va a suceder sin saber cómo sucederá.

Los espectadores pueden suponer que se trata de un juego, de una improvisación. Pero es algo más. Raúl Mendoza, creador mexicano que participó este fin de semana en las funciones del Museo del Chopo, afirma que es un acto de magia: “Es una especie de rito sobre el mundo que tenemos enfrente; y en la obra participan las fuerzas del espacio, las cuales permiten que todo vaya sucediendo. En un trance en el que la magia aparece”.

Transgresión del límite

A Tomás Procházka no le gusta del todo el término ritual, porque cree que de tanto usarse ha perdido su significado. “Prefiero la palabra magia. Me atrevo a decir que el arte es la forma más cercana que atesoramos para llegar a lo mágico. La escena es uno de los últimos lugares que tenemos para rebasar los límites de manera legal”.

En este juego de espejos, Rain Dance es una transgresión del límite: los espectadores se aprestan a mirar cómo los objetos más comunes y más próximos a su realidad transmiten nuevos mensajes, como si se les quitara el velo de lo cotidiano.

En sentido más estricto, añadió Procházka, esta obra es un ejercicio desde la desesperanza, un esfuerzo por seguir intentando a pesar de saber que las cosas no van a cambiar en el mundo.

El 1 de enero de 1993 se terminó una época de represión a la libertad en la República Checa. La revisión artística del impacto de la bipolaridad es la tarea de quienes nacieron al final de la Guerra Fría o pocos años después.

El mundo ha cambiado, pero los objetos siguen siendo testigos de la lluvia.

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