Un ecosistema biodiverso coexistiendo en CU

Su conservación ha permitido la supervivencia de más de mil 500 formas de vida entre mamíferos, plantas, aves, reptiles hongos y roedores

Al sur de la capital mexicana hay 237 hectáreas de un paisaje natural que es resguardado por la UNAM, la primera universidad en Latinoamérica a cargo de un Área Natural Protegida.

Cobijada por restos de piedra volcánica, esta zona representa uno de los últimos ejemplos de vegetación natural de la zona conurbana y tiene una influencia importante sobre las condiciones ambientales de dicha región.

Se trata de la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel, REPSA, establecida como zona ecológica por un acuerdo de conservación firmado el 3 de octubre de 1983, bajo la rectoría de Octavio Rivera Serrano, derivado de la reducción del Pedregal producido por el crecimiento urbano.

Desde entonces, las primeras 124.5 hectáreas son parte del patrimonio universitario. Sin embargo, con el paso de los años, esta casa de estudios ha reiterado su compromiso por conservar el ecosistema del Pedregal y hoy resguarda 112.9 hectáreas más que las establecidas en 1983.

La tercera parte del campus

La REPSA se extiende en la tercera parte del campus universitario; miles de estudiantes conviven diariamente con los vestigios derivados de la erupción del volcán Xitle hace más de mil 600 años, la humedad de sus árboles, plantas y el desfile de cientos de insectos y roedores.

De hecho, está incluida en el área de amortiguamiento nivel 1 del Patrimonio Mundial Unesco, nombramiento que recibió el Campus Central de Ciudad Universitaria en julio de 2007.

Tras 39 años de trabajo conjunto de académicos, estudiantes y autoridades de la UNAM, la conservación de la REPSA ha permitido la supervivencia de más de mil 500 formas de vida entre mamíferos, plantas, aves, reptiles hongos y roedores.

La REPSA significa una oportunidad para reeducar y recrearse en un ámbito diferente a la naturaleza “artificializada” que se encuentra en los parques, camellones y áreas verdes de la ciudad.

Para Silke Cram Heydrich, bióloga por la UNAM y actual secretaria ejecutiva de la REPSA recientemente ratificada para el cargo en un segundo periodo, ser una de las responsables de la preservación de la zona “es una oportunidad de conservar un ecosistema único en el país”, aseguró.

Asimismo, resaltó que los acuerdos que permitieron el crecimiento del área de reserva en 1990, 1996 y 2005, son un indicador de “personas conscientes de la importancia de este espacio, ya que vivimos en un ecosistema único en medio de la megalópolis y que debemos sentirnos orgullosos de tenerlo”.

Sin saberlo, la comunidad universitaria camina por territorio protegido todos los días, al acceder a zonas como el Espacio Escultórico, Paseo de las esculturas, la Senda Ecológica y el Jardín Botánico. Asimismo, es un lugar que permite la investigación, docencia y practicas de los estudiantes.

De acuerdo con Cram “este es el ecosistema más biodiverso que resguarda una mayor cantidad de plantas y animales, por ello aquí hay especies que no vamos a encontrar en otro lado”, afirmó.

La preservación de esta área es indispensable, ya que actúa como pulmón natural de la zona al neutralizar el dióxido de carbono, regular la temperatura y recargar el manto acuífero, entre otros beneficios para el medioambiente, “los espacios sanos del ecosistema, nos dan salud a los seres humanos”, aseguró la investigadora universitaria.

En ese sentido, no sólo otorgan salud a los humanos, sino también a cientos de especies, ya que la REPSA permite que animales nativos del pedregal tengan un lugar para vivir, ya que, de no existir morirían.

Sus guardianes

La Reserva Ecológica cuenta con un Centro de Atención de Fauna, un pequeño espacio en el que se cuenta con la infraestructura necesaria para ocuparse de animales que pudieran estar lastimados, con raspones, alguna fractura o infecciones como sarna, “es personal capacitado que puede encargarse de estas especies para lograr rehabilitarlas y poderlas llevar al ecosistema a darle su libertad”, explicó Silke Cram.

En este lugar se acoge a la fauna nativa que esté vulnerable o que se encuentra en una situación de peligro para la misma especie silvestre o para las personas, “ya sea que estén metidos en edificios, que estén en vialidades o que se encuentren en una situación de riesgo. Vemos principalmente tlacuaches, cacomixtles y víboras de cascabel”, detalló Pablo Arenas Pérez, médico veterinario especialista en fauna silvestre y encargado del Centro de Atención de Fauna de la REPSA.

También, realizan monitoreos para observar cómo se encuentra la fauna silvestre del lugar, como el caso de la zorra gris, una especie que estuvo desaparecida por muchos años; el último avistamiento fue en el 2004, pero en 2017 fue captada por las cámaras trampa de la REPSA, lo que confirma que es una especie que habita en la zona.

Esa y otras especies son vigiladas permanentemente por los guardianes de la REPSA, no sólo por los responsables Pablo Arenas y Guillermo Gil, sino también por estudiantes que realizan posgrados o estancias de investigación en ese espacio.

Y es que, por las características de la lava volcánica, la Reserva Ecológica tiene diferentes microambientes que permite el establecimiento de una alta biodiversidad, “son los últimos lugares originarios en donde viven los animales de manera silvestre”, explicó Arenas Pérez.

En ese sentido, detalló que muchos de los animales de la REPSA se han acostumbrado a convivir con los humanos; sin embargo, otros no tienen esa facilidad, por lo tanto, estos espacios les da seguridad, alimento, agua y la posibilidad de reproducirse.

Resaltó que al ser animales silvestres no necesitan de las personas para sobrevivir y si en algún momento la comunidad universitaria se llega a encontrar con alguna especie recomendó no alimentarlos ni tratar de acariciarlos o tratar de llevárselos; “hay que recordar que los animales silvestres no son mascotas, no es bueno darles de comer porque podemos alterar metabólicamente sus funciones, se van a acostumbrar al alimento de las personas y éstas también se ponen en riesgo”, explicó.

Asimismo, reafirmó que Ciudad Universitaria es refugio de muchos animales y plantas, si por alguna razón se encuentran algún animal que necesite atención, que esté atrapado en un bote o lastimado, lo mejor es reportarlo a Reacción PUMA para darle atención, “Si únicamente lo estamos viendo pasar, pues hay que recordar que también Ciudad Universitaria es su casa”, aseguró.

En ese contexto, alentó a la comunidad y a la población en general a aprender a convivir con la fauna silvestre, “nosotros le estamos quitando sus espacios y lo menos que podemos hacer es respetarla”.

Por ello, los guardianes de la REPSA trabajan desde hace casi 40 años para resguardar a más de 30 especies de mamíferos, más de 150 especies de aves y cientos de artrópodos e insectos; “si no conocemos y cuidamos estos espacios será imposible para la mayoría de los animales silvestres sobrevivir”, finalizó.

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