Un ejercicio que debe construir igualdad

Hay que desfeminizar los cuidados y cesar la sobrecarga histórica que se ha asignado a las mujeres y las niñas

Los cuidados son, hoy en día, un tema posicionado en la agenda pública. Gracias a la lucha por el reconocimiento de los derechos humanos de las mujeres y a los avances progresivos en materia de igualdad de género, contamos actualmente con debates, análisis y políticas públicas cada vez más especializadas relacionadas con el derecho de todas las personas al cuidado desde una perspectiva interseccional y de corresponsabilidad.

A partir de la decisión de la Asamblea General de las Naciones Unidas de conmemorar el 29 de octubre como Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo, la UNAM, a través de la Coordinación para la Igualdad de Género (CIGU), ha decidido incorporar en la agenda de fechas clave para la igualdad sustantiva a octubre como el mes de los cuidados.

Desde 2023, cada año tomaremos este mes como referencia para intensificar la reflexión en la comunidad universitaria sobre los cuidados como un componente fundamental para el sostenimiento del bienestar, la salud, la vida, la integración comunitaria y el mundo en general, así como la relevancia de que todas las personas y sectores nos involucremos en el paradigma del cuidado.

Por las investigaciones feministas, hoy miramos críticamente el hecho de que, en el mundo occidental, el trabajo de cuidados ha sido históricamente delegado de manera exclusiva o mayoritaria a las familias, las mujeres y la feminidad. Esto ha propiciado que buena parte de las tareas domésticas y de atención que ellas realizan no sean reconocidas, valoradas, ni remuneradas, lo que a su vez implica que con frecuencia tengan que desempeñar dobles o triples jornadas de trabajo: el remunerado (realizado en la esfera del mercado), y el de los cuidados en los diferentes espacios donde se necesitan. Es por ello que parte de la reflexión que requerimos como sociedad –y como comunidad universitaria– es la de desfeminizar los cuidados y cesar la sobrecarga histórica que se ha asignado a las mujeres y las niñas.

Este mes, la UNAM busca posicionar en su comunidad los debates en torno al cuidado como derecho humano. Es decir, reconocerlos como un componente de la dignidad humana que implica construir condiciones para que todas las personas puedan recibir cuidados, facilitarlos y autocuidarse en condiciones de igualdad y no discriminación. Esto significa un nuevo paradigma, orientado a democratizar y dignificar para todas las personas el tiempo y la carga física y psicoemocional de estas labores, como un elemento que logre la igualdad sustantiva en todos los ámbitos de la vida.

Para ello, desde la UNAM, el trabajo en esta materia implica al menos:

–Visibilizar y reconocer los cuidados, así como colocarlos al centro de la vida, y no como una pausa de la vida laboral o profesional, lo que implica que hay que reconfigurar las estructuras y políticas existentes para equilibrar las actividades profesionales y de cuidados.

–Garantizar espacios de cuidados, lo cual implica construir y acondicionar las infraestructuras universitarias a fin de que posibiliten no sólo el ejercicio universal de las actividades de cuidado, sino también su corresponsabilidad entre todas las personas y sectores de la comunidad universitaria.

–Generar un cambio cultural que transforme la manera como concebimos los cuidados y cómo los distribuimos, para construir una corresponsabilidad social y de género, y no como algo que incumbe a las mujeres y a otras poblaciones racializadas y sectorizadas.

En conjunto, el momento actual nos permite reconocer que nos encontramos ante un cambio de paradigma social al menos en dos sentidos: por una parte, mediante el reconocimiento de la diversidad de necesidades que atraviesan a cada persona, a las comunidades y a nuestro mundo; y por otra, a partir de la necesidad de involucrar a todos los sectores y a todas las personas –sin distinción de género, etnia, clase, etcétera– en la apuesta de cuidar democráticamente.

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