“Un espacio en el que cabemos todas, todos y todes”

Conversatorio organizado por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

El Código de Ética de la UNAM establece una serie de principios como respeto, tolerancia, igualdad, convivencia pacífica, objetividad y honestidad, entre otros, que si bien no son obligatorios sí contribuyen a lograr la armonía en la institución, coincidieron universitarias que participaron en el conversatorio La relevancia de los códigos éticos universitarios, organizado por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales.

Jennifer Hincapie Sánchez, directora del Programa Universitario de Bioética, indicó que la UNAM es universal y, por tanto, “es el espacio académico en el que cabemos todas, todos y todes, y donde tenemos un punto de opinión. La Universidad no tiene marco filosófico, tampoco ideología, porque aquí cabe la colectividad; todos tenemos espacio de participación: el marco filosófico lo construimos cada uno de los universitarios”.

Los códigos de ética son documentos institucionales de carácter aspiracional –los valores a los que aspiran la humanidad y las comunidades, y los principios–, lo cual nos lleva a dar estos pequeños pasos para alcanzarlos.

El Código de Ética de la UNAM establece los valores y principios que nos identifican como parte de una comunidad y contribuye a reforzar nuestra conducta ética como profesionales, encaminada a una correcta convivencia.

Precisó que este documento no sanciona, no tiene esa atribución ni está pensado para ello; está redactado en función o con base en lo que señala la Legislación Universitaria, brazo deontológico de nuestra ética, el cual emite la sanción. El Código de Ética propone que todos nos debemos respeto en cualquier tipo de expresión universitaria.

Es decir, sirve para asegurar que las personas que pertenecen a un círculo profesional o a una comunidad reciban cierto grado de uniformidad, que se nos identifique a todos como integrantes de la UNAM, porque somos respetuosos y tenemos un alto valor por la igualdad.

Graciela Sandoval Vargas, coordinadora de Oficinas Jurídicas de la UNAM, señaló que el Código de Ética de esta casa de estudios, aprobado en 2015, permite que la comunidad universitaria transite en armonía, que exista esa diversidad cultural y nos aceptemos todos con respeto; especifica las conductas necesarias porque somos una institución educativa y debemos contar con ciertos principios, por ejemplo, la integridad y honestidad académicas.

Cada una de las entidades universitarias tiene sus propias peculiaridades, de manera que cada una de ellas también puede aprobar su propio código de ética respetando el marco general. Por ejemplo, algunas disciplinas, como medicina y psicología, que trabajan con seres humanos y animales, podrían incluir otros principios éticos derivados de su trabajo diario.

Por otra parte, comentó que si algún universitario no cumple con el Código de Ética habrá consecuencias, aunque las sanciones no están establecidas en ese documento que sólo instituye los principios éticos que norman la vida universitaria. Si nadie los respetara, “no lograríamos lo que aspiramos: la convivencia y la pluralidad en nuestra máxima casa de estudios”.

A la fecha la Universidad tiene registrados 84 comités de ética, órganos colegiados que se encargan de establecer las directrices generales para asesorar a los titulares, alumnos y académicos en la materia; hacer recomendaciones, pero también resolver los problemas que se presenten en cada dependencia. Están integrados por lo menos por un presidente, un secretario y tres vocales, todos ellos de distintas generaciones y procurando siempre la paridad de género. Cada una de las entidades universitarias puede crear uno o varios comités.

Karla Amozurrutia, titular de la Dirección de Gestión Comunitaria y Erradicación de las Violencias de la Coordinación para la Igualdad de Género, resaltó la importancia de que los códigos de ética incluyan la perspectiva de género, herramienta conceptual que identifica las desventajas históricas entre hombres y mujeres, y las conductas que perpetúan estereotipos y roles basados en el sexo y que subordinan la feminidad frente a la masculinidad. Asimismo, implica reconocer las prácticas de poder que se reproducen y son limitantes en el goce de los derechos de igualdad y no discriminación, así como transforman formas de convivencia, conductas y prácticas que dan relevancia al concepto de ética con una visión androcéntrica.

En ese sentido, prosiguió, el Código de Ética de la UNAM tiene esa perspectiva de género, “el cuidado de los otros, por eso es que tenemos órganos como los comités de cada una de las entidades universitarias, mismos que deben velar por la colectividad”.

En la sesión virtual puntualizó que sin la perspectiva de género en los comités de ética, las decisiones que éstos pueden tener difícilmente serían apropiadas o correctas, por ello es importante la paridad en esas instancias.

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