Múltiples comunidades lectoras disfrutaron de más de 500 actividades

Hubo alrededor de 53 mil asistentes en tres días de gran efervescencia, siempre alrededor de la literatura

Fotos: Barry Domínguez.

Más de 53,000 personas asistieron durante el fin de semana, del viernes 19 al domingo 21, a la Fiesta del Libro y la Rosa 2024, foro que reunió a destacadas figuras intelectuales universitarias, cracks de la escritura, jóvenes booktubers, músicos y editores, y sobre todo a las múltiples y activas comunidades lectoras de todas las edades que disfrutaron de más de 500 actividades.

Pasó de todo: hubo karaoke con canciones de protesta, una conferencia magistral sobre los usos de la lengua, desde los mexicas hasta los zapatistas, impartida por Juan Villoro, un palomazo con Jaime López en honor a José Agustín, una conferencia masiva con la escritora argentina Mariana Enriquez, la presentación del libro Agentas culturales del siglo XX, por parte del rector de la UNAM Leonardo Lomelí Vanegas y, por qué no, la visita de Goyo.

A dieciséis años de su primera edición, se confirma que la Fiesta es una de las celebraciones del libro más dinámicas y vigorosas que tiene Ciudad de México, y que responde a las expectativas de sus lectores, escritores y editores. Esta cita arrancó con la emotiva inauguración de la secretaria general de la Universidad, Patricia Dávila, quien tras hacer una reflexión sobre la importancia del abordaje de los lenguajes en esta edición, recordó: “La lectura nos permite experimentar vidas más allá de la nuestra”.

La Fiesta, que este año tuvo como título Los susurros de las lenguas: lenguajes y escrituras, es punto de encuentro entre académicos, investigadores y pensadores universitarios. Convocando así a grandes personalidades universitarias como Carlos Pereda, Guadalupe Valencia García, Rosaura Ruiz, Sergio de Régules, Edith Negrín, Marina Garone, Griselda Gutiérrez o Concepción Company, entre muchos otros, que trajeron a los foros de la Fiesta, esparcidos por el Centro Cultural Universitario, publicaciones académicas de sumo interés.

Este año se contó con la participación de institutos, centros y programas que sumaron más de veinte instancias de esta casa de estudios, entre ellos los institutos de Investigaciones Bibliográficas, Antropológicas y de Históricas, el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, el Programa Universitario de Bioética, por mencionar sólo algunos.

La celebración universitaria del libro ha crecido mucho desde sus inicios y ahora es este mosaico de enormes carpas, gente, libros, flores y calor, que recuerda un oasis en el desierto, y en ella no se quedó atrás la actividad literaria y surgieron los eventos encabezados por algunas figuras conocidas.

La poeta Coral Bracho, Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2023, sostuvo una lectura a dos voces con el poeta Hernán Bravo Varela, quien apuntó que Bracho “tiene la capacidad de hacer que el verso se conduzca como si fuera una medusa, con rimas creadas a partir de semánticas y referencias conceptuales que son el resultado de un trabajo finísimo”.

Por su lado, Bracho leyó algunos de sus poemas más emblemáticos, recibiendo aplausos de un público interesado en el quehacer poético, y nos recordó con uno de sus versos notables que “lo que nos grita y nos sacude es la lluvia”, justo en el momento en que el cielo por encima del CCU se encapotaba un poco.

Otra figura relevante fue la novelista argentina Mariana Enríquez, quien en su propia fórmula del género literario del terror ha logrado conjuntar el imaginario de maestros clásicos como Lovecraft o Poe con Horacio Quiroga, Borges o Cortázar, y trasladar las fuentes del género al manantial inagotable de horrores de América Latina. Para ella quedó destinada la multitudinaria Sala Miguel Covarrubias y el poder reunirse a conversar con Socorro Venegas y Rosa Beltrán.

Por supuesto, el resumen de 500 actividades se antoja imposible. Sin embargo, se vuelve quizá necesario ejemplificar el logro del objetivo de la Fiesta: poner en la mesa la discusión sobre los lenguajes, las escrituras y las reescrituras.

Esto se traduce en temas tan diversos como la realidad de las mujeres editoras e impresoras en la historia de Iberoamérica; la defensa, desde la filosofía, de una idea de nación mexicana multicultural; el análisis de los lenguajes actuales de la ciencia alrededor de cuestiones de la física como la antimateria; la reflexión sobre los jóvenes desaparecidos en nuestro país a través de un libro que devino karaoke, en el que participaron mucho jóvenes estudiantes de la UNAM; el diagnóstico del español en su papel de lengua de contacto con lenguas indígenas; la articulación de la poesía como forma de resistencia; el planteamiento de la literatura como forma de resistir los abusos del patriarcado o la disección de la manera en que el español conformó los imaginarios a ambos lados del atlántico en 1519. Hablamos, pues, de una Fiesta del lenguaje que profundizó en el estudio, la curiosidad y la celebración de quienes buscan sumergirse en los libros para pensar mejor el mundo.

Por los andadores del Centro Cultural Universitario desfilaron también Los susurradores, equipo encargado de susurrar a los paseantes, por medio de tubos de cartón, poemas en lenguas mazateca, tseltal y chinanteca. Y hubo también la presencia de una cabina de Radio UNAM en vivo, cobertura desde TV UNAM y un espacio para el programa Descarga Cultura. La música también estuvo presente a través de los conciertos “Lenguas y músicas de México”, con el Coro de Madrigalistas de Bellas Artes y el del colectivo Kumantuk Xuxpë.

Nunca pueden faltar los homenajes en citas como ésta. Así, hubo uno a José Agustín, encabezado por sus hijos Andrés, Jesús y Agustín, donde además se contó con la actuación del compositor y cantante Jaime López, así como del escritor y también compositor y cantante Julián Herbert, donde el primero interpretó, por ejemplo, una canción suya dedicada al autor de Se está haciendo tarde.

También se recordó a la figura de Truman Capote, de quien Martín Solares destacó que “A sangre fría es el resultado de un ejercicio literario creado con datos que provienen de la realidad elevados a la categoría de arte”.

También se pudieron recordar las presencias y las obras de Rosario Castellanos, de quien la escritora Sara Uribe resaltó su carácter de precursora en múltiples campos de la liberación de las conciencias; de Ignacio Solares, llamado por José Gordon un “explorador de las búsquedas de lo sagrado”, y de Jorge Ibargüengoitia, cuya ironía Ana García Bergua calificó de “muy vigente”.

La Fiesta estuvo enmarcada por la presencia de miles de ejemplares producto de las más disímbolas editoriales, talleres para infantes, jóvenes y adultos, actividades teatrales, de danza, cinematográficas y un gran despliegue en sedes como el Colegio de San Ildefonso, el Centro Cultural Universitario Tlatelolco, la Casa Universitaria del Libro o el Museo Universitario del Chopo. Además de encuentros para profesionales.

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