Beethoven se hace cargo de su sobrino Karl

Esto fue posible gracias a que le pidió al Landrecht, el tribunal de la nobleza, que hiciera a un lado a la madre del niño y lo designara su único custodio

Antes de morir el 15 de noviembre de 1815 de tisis (tuberculosis), Karl van Beethoven, hermano del compositor, dejó establecido por escrito que quería que su hijo, también de nombre Karl, de nueve años, quedara bajo la custodia compartida de su esposa, Johanna, y de Ludwig.

Sin embargo, Beethoven estaba convencido de que Johanna era un ser inmoral y una madre indigna (incluso le endilgó el apodo de “Reina de la Noche”, en referencia al malvado personaje de la ópera La flauta mágica, de Mozart), por lo que, dos semanas después del fallecimiento de su hermano, pidió al Landrecht, el tribunal de la nobleza, que lo designara único custodio de su sobrino.

El Landrecht falló a favor de Beethoven el 19 de enero de 1816. El compositor, entonces, se presentó ante dicho tribunal y juró “con solemnidad” cumplir con su deber.

Beethoven inscribió al pequeño Karl en un afamado internado local y suplicó a su director, Cajetan Giannatasio del Rio, que no le permitiera a su madre, bajo ninguna circunstancia, ejercer sobre él la más mínima influencia; además, le dijo con firmeza que no podía visitarlo ahí…

Beethoven, a quien le gustaba repetir una y otra vez: “Karl es mi hijo, yo soy su verdadero padre”, amaba realmente al niño y, de alguna manera, deseaba hacer de él otra de sus creaciones.

El año anterior, las enfermedades, la sordera y la inseguridad en su capacidad creativa lo habían acercado peligrosamente al suicidio. Ahora, Karl le daba una razón para vivir y seguir componiendo.

Así pues, con el ánimo renovado, Beethoven concluyó, en la primavera de 1816, An die ferne Geliebte (A la amada lejana), opus 98, su único ciclo de lieder. Basado en poemas de Alois Isidor Jeitteles, está considerado formalmente el primer ciclo de lieder de la historia de la música.

En An die ferne Geliebte se aborda el dolor por la separación de la amada. Es muy probable que, para componerlo, Beethoven se haya inspirado en el tormento que le causaba el recuerdo de aquella mujer cuya identidad se desconoce hasta la fecha y a la que él llamaba simplemente la Amada Inmortal.

De este ciclo de lieder, Jan Swafford dice: “Ninguna de las canciones puede ser extraída del conjunto; cada una conduce a la siguiente. Como en su música instrumental, hay motivos internos, tonalidades interrelacionadas y un regreso al final.”