Otras obras de Beethoven se estrenan en un concierto extraordinario

El 22 de diciembre de 1808 también se tocó por vez primera la Sexta sinfonía, “Pastoral”, el Concierto para piano número 4 y la Fantasía coral

El concierto del jueves 22 de diciembre de 1808 en el Theater an der Wien ha quedado registrado en la historia de la música como uno de los más extraordinarios de todos los tiempos porque, además de la Quinta sinfonía de Beethoven, se estrenaron otras grandes obras del compositor alemán: su Sinfonía número 6 en fa mayor, opus 68, “Pastoral”, su Concierto para piano número 4 en sol mayor, opus 58, y su Fantasía coral, opus 80.

A diferencia de su predecesora, la Sexta es suave y serena. Hacia 1806, en los esbozos de esta sinfonía, Beethoven hizo las siguientes anotaciones: “Se deja que el oyente descubra la situación […] Sin descripciones, el conjunto será percibido más como sentimiento que como pintura con sonidos […] Quien sea sensible a cualquier idea sobre la vida en el campo descubrirá por sí mismo las intenciones del autor […]”

Beethoven la terminó en la primavera de 1808, en un departamento de la Kirchengasse, en Heiligenstadt. En la primera edición de Breitkopf & Härtel recibió el nombre de “Sinfonía pastoral o Remembranzas de la vida en el campo, una expresión de sentimientos más que una descripción”. Al igual que la Quinta, está dedicada al príncipe Lobkowitz y al conde Andrei Razumovsky.

Cada uno de sus cinco movimientos es una estampa de un día en el campo. Al primero lo llamó “Despertar de los alegres sentimientos al llegar al campo” –Allegro ma non tropo; al segundo, “Escena junto al arrollo” –Andante molto mosso; al tercero, “Alegre reunión de campesinos” –Allegro; al cuarto, “La tormenta” –Allegro; y al último, “Canción de los pastores tras la tormenta” –Allegreto.

Si bien es cierto que Beethoven ya había escrito música sacra, como el oratorio Cristo en el Monte de los Olivos, opus 85, y la Misa en do mayor, opus 86, se puede decir que con su Sexta sinfonía también se acercó a Dios, pero ahora desde la naturaleza, a la que amaba intensamente.

En cuanto a su Cuarto concierto para piano, Beethoven lo terminó en la primavera de 1807 y está considerado uno de los más bellos del repertorio mundial. Si en el anterior (en do menor, opus 37), el compositor no pudo deshacerse por completo de la influencia de Mozart, en éste al fin lo consiguió.

Luego de su estreno, el crítico del Allgemeine Musikalische Zeitung, escribió: “Es el concierto más maravilloso, insólito, artístico y difícil de todos cuantos Beethoven ha compuesto. El segundo movimiento es extraordinariamente expresivo en su hermosa sencillez y el tercero alcanza la exuberancia por medio de una poderosa alegría.”

Según Carl Czerny, en la tarde-noche del estreno, Beethoven tocó la parte del piano con más ornamentaciones de las que finalmente saldrían en la partitura impresa. Con todo, después de esa ocasión, este concierto entró en un largo y oscuro periodo de olvido, hasta que en 1836 fue rescatado por Felix Mendelssohn.

Por lo que se refiere a la Fantasía coral, Beethoven la compuso a toda prisa para cerrar el concierto del 22 de diciembre de 1808 en el Theater an der Wien, a partir de su lied Gegenliebe. Los versos del coro final fueron escritos por el poeta Christoph Kuffner cuando la música ya había sido terminada.

Cabe añadir que esta obra –cuya meta simbólica, a decir de Jan Swafford, era reunir el amor y la fuerza por medio de la música– es precursora del último movimiento de la Sinfonía número 9 en re menor, opus 129, “Coral”.